Abdallah, de 73 años de edad, fue detenido en 1984 en Lyon a los 33 años y fue condenado a cadena perpetua.

El libanés Georges Ibrahim Abdallah, quien ha estado detenido en Francia por más de 40 años, aún deberá esperar varias semanas para saber si finalmente se hará efectiva su liberación, ordenada este viernes por el tribunal de ejecución de penas antiterroristas.

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La decisión fue apelada de inmediato por la Fiscalía Nacional Antiterrorista, lo que podría retrasar la liberación prevista para el 6 de diciembre de este año. 

La ley francesa establece que el proceso de apelación podría prolongarse hasta dos meses, lo que obligaría a Abdallah a continuar en prisión hasta al menos principios de 2025.

La única condición impuesta por el tribunal para la liberación es que Abdallah debe abandonar territorio francés inmediatamente después de su salida de prisión, un compromiso que fue asumido tanto por la Embajada de Líbano en París como por el propio prisionero.

No obstante, se espera que pase este período de apelación en la cárcel de Lannemezan, en los Altos Pirineos, lo que genera incertidumbre sobre su situación. 

Abdallah, de 73 años, fue detenido en 1984 en Lyon a los 33 años y condenado a cadena perpetua en 1987 por su implicación en los asesinatos de un agregado militar estadounidense y un diplomático israelí en 1982, así como en un intento de asesinato contra un cónsul estadounidense en 1984.

Miembro fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL), un grupo marxista antisionista y antiimperialista, Abdallah siempre ha negado los hechos, pero aceptó la responsabilidad política de sus acciones. 

A pesar de numerosas solicitudes de liberación, que fueron rechazadas por las autoridades francesas en el pasado, el caso de Abdallah ha generado un amplio apoyo internacional. En los últimos años, varias figuras públicas, incluidas la escritora Annie Ernaux, han defendido su liberación, criticando la duración desproporcionada de su condena.

Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos y ciertos sectores dentro de Francia se oponen a su liberación, citando preocupaciones sobre el simbolismo de su libertad y posibles repercusiones diplomáticas.

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